Atelier
Arte hecho vino
Hay estancias que llaman la atención por su aspecto. Si te asomas a su puerta ves objetos peculiares propios de la profesión, como botellas (unas más llenas que otras), mostos de diversos colores (según la variedad o elaboración), analíticas de muestras, estudios de cepas, variedades o duelas, copas varias y algún que otro tubo de ensayo. Siempre una bata blanca y papeles, muchos papeles. Se llega a convertir en un lugar de creación, de inspiración, de práctica.
Un vino único
Cualquier tipo de “creativo” puede tener un estudio de este tipo. Por ejemplo, nosotros en Altanza desde hace años tenemos esa puerta a la que asomarnos, esa estancia de innovación en la que ves trabajando a nuestro enólogo.
Vinos como Alma Bohemia surgieron de este espacio que ahora abre sus puertas a todos para mostrar algunas de sus creaciones, bajo el nombre de ATELIER de VINOS: el taller de Altanza en el que nuestro “artista” se encuentra a solas con sus ideas y sus materiales de trabajo, para crear nuevas catas con las que sorprender, deleitar y seducir a los paladares más atrevidos e inquietos. Viene a ser como una fábrica de sueños, en la que unos se verán cumplidos y otros anhelarán ser más deseados.
Lo que está claro es que cada nuevo vino, cada nueva Cata, es fruto de un trabajo minucioso, y que todos los que vayan viendo la luz, serán un resultado único, como el que ahora tienes entre tus manos, el que te invitamos a descubrir.
Ficha de Cata
La primera creación de nuestro pequeño Atelier de Altanza es la que ahora tienes entre tus manos, la Cata 01 con la que “inauguramos” este proyecto y con la que esperamos, al menos, inquietarte.
Esa inquietud es la que tuvo nuestro enólogo en la vendimia del pasado año 2020 cuando, tras dejar sangrando unos cuantos tempranillos durante escasos días, decidió darles un cariño extra con un baño de burbujas en madera.
Un trabajo minucioso que ha resultado en un vino con nariz provocadora, en la que destaca la frambuesa, el limón y los tostados, un ensamble de cítricos con madera y ciertos recuerdos de levadura.
Su color frambuesa con toques coralinos se corresponde con la entrada en boca: dulce y agradable, con una acidez pronunciada y mucho volumen en boca. Equilibrado y redondo, estamos ante un rosado con largo postgusto, que sorprende, que encandila.